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El botín del saqueo en Libia:

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Por Alfredo Jalife-Rahme
Ciudadanos libios celebran la liberación del distrito de Qasr Bin Ghashir, ayer en la capital Trípoli

Con el colosal botín de la riqueza libia bajo el control de la OTAN hay que releer La IIiada y La Odisea de Homero. La escenografía cleptomaniaca no ha variado desde entonces, con la salvedad de una coreografía más letalmente tecnológica (los bombardeos humanitarios) y una inversión del orden: hoy las guerras son primero financieras –debido al modelo imperante de la globalización financierista–, luego viene el golpe de gracia militar.

La suerte del coronel Kadafi se selló cuando cayó en la trampa financiera que le tendieron Baby Bush, Blair y Sarkozy a finales de 2003 gracias a su insensata apertura de los hidrocarburos libios, la privatización neoliberal de sus 16 bancos estatales y el control del banco central por los recursos humanos formados en la banca londinense.

El documento No. 126 de Wikileaks en mis manos –Libia progresa en su reforma bancaria, de Chris Stevens, encargado de negocios de Estados Unidos en Trípoli– festeja la privatización foránea del banco estatal Wahda y se alegra de las oportunidades para una mayor cooperación entre la banca privatizada libia con los bancos de Estados Unidos, lo cual ayudará a entrenar su próxima generación de banqueros. Ni más ni menos que el síndrome Fobaproa/IPAB (organizado por Córdoba-Ortiz Martínez-Zedillo, en ese orden), que ya padecimos en México, cuando las guerras posmodernas son ante todo financieras. El control petrolero viene después.

El cable de marras se congratula del progreso sólido entre Farhat Omar Bengadara, entonces gobernador del banco central libio en Trípoli, y su consejero estratégico (sic), la consultora McKinsey (señalada como un instrumento de la CIA), además de los servicios de la mafiosa empresa contable KPMG (al unísono de Oracle y KPMB) y la bendición calificadora de las descalificadas S&P y Moody’s.

Llama la atención el grado de ingenuidad aldeana en finanzas israelí-anglosajonas de la oclocracia del coronel Kadafi, quien acabó acostándose con sus enemigos, quienes lo exprimieron para luego arrojarlo a las fauces de las fieras bancarias de rapiña de la globalización neoliberal.

Ya echada a andar la maquinaria devoradora financiera israelí-anglosajona: bancos, consultoras, empresas contables, calificadoras, oligopolios multimediáticos (el síndrome Rothschild-Murdoch-Sky), el gobernador del banco central libio, Farhat Omar Bengadara – formado en los circuitos financieros británicos (universidades de Garyounis y Sheffield)–, se pasó al lado rebelde en febrero pasado.

En una entrevista histórica a The Financial Times (17/5/11), Farhat Omar Bengadara anunció que su labor de socavamiento de las finanzas del coronel Kadafi había resultado muy exitosa en 96 por ciento (¡súper sic!), por lo que sus días estaban contados puesto que los traslados de los cuantiosos fondos libios (mayormente colocados en bancos de Estados Unidos, Gran Bretaña y Europa continental) habían sido bloqueados ya que las sanciones habían sido extremadamente (sic) efectivas.

Farhat Omar Bengadara (el Guillermo Ortiz Martínez libio) se jacta de que había paralizado las finanzas del coronel Kadafi, quien para colmo no podía imprimir sus billetes (dinares), hechos en Londres por una firma británica, De La Rue, que rompió pérfidamente su contrato.

No importó que los haberes libios hayan sido pésimamente colocados en cuentas nocturnas (sin generar intereses), lo cual arrojó una pérdida por 2 mil millones de dólares (que obviamente fueron ganados por los banqueros israelí-anglosajones).

Farhat Omar Bengadara reconoce la existencia de 155 toneladas de oro en las arcas del banco central libio (hoy bajo control de la banca de la OTAN). ¿Por qué, entonces, no se los entregan a los rebeldes, hoy muertos de hambre? (Financial Times, 9/8/11).

El primer movimiento de la banca de la OTAN consistió en crear un insólito banco central rebelde en Bengasi, al unísono de la intervención militar (Alex Newman, The New American, 30/3/11).

El saqueo de la riqueza libia por la banca israelí-anglosajona había comenzado tiempo atrás con las cuantiosas cuan extrañas pérdidas que sufrieron los fondos soberanos de riqueza (FSR) –provenientes de los inmensos ingresos petroleros y gaseros del coronel Kadafi–, calculados mínimamente en 150 mil millones de dólares (FinancialTimes, 26/5/11)–, independientes de las otras reservas de divisas (el lugar 22 del mundo), por 107 mil millones de dólares (hasta diciembre de 2010), extrañamente evaporadas cuando no pignoradas por Estados Unidos y Europa.

Para no variar, el saqueo demoledor lo inició la vilipendiada Goldman Sachs, quien contra todas las reglas de probabilidad, perdió 98.5 por ciento (¡extra súper sic!) de los FSR depositados cándidamente por los banqueros del coronel Kadafi (Forbes, 31/5/11), formados en Gran Bretaña, y cuyo aparente aldeanismo financiero llegó hasta colocar parte de su fortuna con el Grupo Carlyle (del nepotismo bushiano) y hasta con Och-Ziff Capital Management Group (instrumento del sionismo jázaro en Nueva York). El daño irreparable estaba ya consumado.

La técnica del caballo financierista de Troya de Goldman Sachs –que aplicó exitosamente en Grecia para iniciar la balcanización del euro– fue repetida con los FSR libios, en colusión con Citigroup y Banca Santander.

Forbes registra que la pérdida de los FSR de la Libyan Investment Authority arrojaron a finales de mayo 53 mil millones de dólares (¡súper sic!), mientras el gobierno de Estados Unidos hipotecó otros 37 mil millones de dólares, los cuales, a mi muy humilde entender, jamás devolverá, por estar sencillamente quebrado.

La diabólica Goldman Sachs ya había clavado a un interno, un vulgar topo muy bien remunerado, en la Libyan Investment Authority: Haitem Zarti, hermano de Mustafá, su anterior vicedirector (Financial Times, 13/6/11).

La fortuna en liquidez libia ascendería a la suma descomunal de un billón de dólares, según el portal israelí Debka (25/8/11), la cual, a mi entender, pronto se encargará la empresa estadunidense contable KPMG de volatilizar, cual su costumbre en las arenas numéricas del desierto libio.

Manlio Dinucci, del rotativo italiano Il Manifesto (22/4/11), había profundizado el impacto en África que tiene ya el asalto a los FSR de Libia y sus inversiones en minería, manufactura, turismo y telecomunicaciones de 25 países africanos, 22 de ellos subsaharianos, que seguirán esclavizados bajo la férula neocolonial y el control financierista de la banca de la OTAN.

El botín de Libia es colosal: FSR podados por lo pronto a la mitad (antes de que se extingan mágicamente en su totalidad); fenomenales reservas de divisas mermadas y/o esfumadas; 155 inciertas toneladas de oro; 60 mil millones de barriles de petróleo de la mejor calidad ligera; mil 500 millones de metros cúbicos de gas, y pletóricas reservas de agua fresca (el mayor manto acuífero subterráneo del planeta).

Las acciones de la italiana ENI, la española Repsol, la francesa Total y la británica BP (la depredadora del Golfo de México) se dispararon el día de la caída de Trípoli.

Además de constituir la primera cabeza de playa histórica del Africom (Comando de África, del Pentágono), el inmenso desierto de Libia constituiría una las reservas ideales de la energía solar y eólica para el continente europeo, en búsqueda angustiosa de alternativas.
¿Cuantas Libias más necesita la banca de la OTAN para intentar salvarse de su quiebra financiera y su inexorable decadencia?

El potencial de Asturias para la explotación de hidrocarburos

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Las rocas madres en Asturias

14.03.2013 | 13:58

José Antonio Sáenz de Santa María Benedet y Manuel Gutiérrez Claverol
Geólogos Dentro del enfoque clásico de la investigación petrolera se consideraba que para obtener un yacimiento viable de hidrocarburos era necesario tener lo siguiente:

a) Una serie estratigráfica con rocas enriquecidas en materia orgánica que, durante la historia geológica, hubieran sufrido presiones y temperaturas suficientes para que la materia orgánica madurara, convirtiéndose en petróleo y gas («rocas madre»).

b) Que los hidrocarburos así generados migraran hacia la superficie hasta alcanzar niveles estratigráficos porosos y permeables («rocas almacén») capaces de albergarlos.

d) Que sobre los almacenes hubiera materiales impermeables («rocas de cobertera») idóneos para detener el proceso de migración vertical actuando como sello. Asimismo, era necesario que la deformación de la serie estratigráfica hubiera dado lugar a «trampas petrolíferas».

La falta de alguna de las premisas (generación, migración, almacenamiento, deformación y sello) haría que los hidrocarburos de la roca madre alcanzaran la superficie donde serían aventados (los volátiles) y asimilados (los líquidos) por el ciclo hidrológico, quedando en las rocas restos de petróleos pesados o alquitranes. Un ejemplo son las arenas petrolíferas del valle de Zamanzas en Burgos.

A lo largo de la última década, en la ciencia petrolera se ha producido una revolución conceptual que permite ahora considerar a las rocas madres generadoras también como rocas almacén, dado que una parte del petróleo y gas que, en su día, produjeron no migró, quedando retenida en ellas. Se trata de almacenes de muy malas características (baja porosidad y escasa permeabilidad) y, además, los hidrocarburos ligeros (los gases) no están libres, sino «adsorbidos» en la matriz carbonosa.

Este nuevo concepto, unido a la evolución tecnológica habida en la perforación dirigida y en la fracturación hidráulica, abre grandes posibilidades de encontrar y explotar importantes reservas de gas y petróleo en todo el orbe, con la trascendencia (energética, económica y geopolítica) que esto tiene.

En España, en los últimos 60 años, se hizo mucha exploración petrolífera (unos 1.000 pozos) con algunos éxitos en pequeños yacimientos convencionales y se reconocieron numerosas zonas favorables como rocas madre. En el caso de Asturias, se exploró fundamentalmente en la plataforma costera y los pozos suministraron numerosos indicios de gas y de petróleo. ¡Existen los petróleos asturianos! El lector, si lo desea, puede observar muestras en las colecciones depositadas en el Museo de Geología (campus de Llamaquique).

Pero los indicios de hidrocarburos en Asturias son anteriores. Desde antiguo se sufre la presencia de gas grisú (metano, con trazas de etano, etcétera) en las minas de carbón y, en especial, en el yacimiento de la Cuenca carbonífera Central. En las rocas encajantes y en las capas de carbón se ha observado, asimismo, la presencia de aceites minerales, destilados o condensados, restos de parafinas, ozoqueritas, etcétera. Todas estas manifestaciones de hidrocarburos sólidos, líquidos y gaseosos demuestran que los materiales carboníferos constituyen una roca madre.

Las manifestaciones de gas se han observado en dos puntos en superficie: el «mecheru de Saús» (Carbayín, Siero) y el «mecheru de Caldones» (Gijón). El primero es un fenómeno natural en el que una llama perpetua se alimenta del grisú que sale por una fractura que conecta con una zona carbonífera. El segundo, por el contrario, es un sondeo que investigaba (en 1915) el carbonífero productivo de lo que, más adelante, sería Mina La Camocha. Al atravesar los últimos estratos pérmicos y adentrarse en los carboníferos sufrió una avenida incontrolada de gas que estuvo ardiendo en superficie cuatro días. Se estima que produjo un millón de m3 de gas en un par de meses.

En la década 1975-1985 se perforó en la plataforma continental asturiana un total de 20 sondeos (13 secos y 7 con indicios de hidrocarburos). La proporción de éxito es notable. Los «almacenes convencionales» reconocidos se sitúan en terrenos de Edad Terciaria y/o Cretácica, y no han sido desarrollados hasta la fecha. De la investigación geológica y geofísica de la cuenca asturiana «offshore», se dedujo que la roca madre generadora se hallaba en materiales lutíticos, margosos y calcáreos de la edad del Jurásico Inferior. Estos estratos pueden observarse en los acantilados costeros entre Peñarrubia (Gijón) y Rodiles (Villaviciosa). Dentro de este conjunto de materiales alternantes se encuentra un nivel de unos 15 metros de lutitas negras («black shales») con una gran cantidad de materia orgánica (>4%) convertida en hidrocarburos. La roca presenta acumulaciones de organismos fósiles y, muchos de ellos, contienen petróleo líquido en su interior.

Por otro lado, los materiales carboníferos de la Cuenca Central están recubiertos, hacia el Norte y Nordeste, por una cobertera pérmica y mesozoica correspondiente a las cuencas de Gijón y Villaviciosa-Cabranes. El afloramiento carbonífero de Viñón demuestra la continuidad de estos materiales bajo el recubrimiento. Ambas cuencas y su continuidad en la plataforma continental tienen posibilidades de soportar proyectos de recuperación de gas almacenado en rocas madre de edad carbonífera.

Así pues, en Asturias yacen materiales que están contrastados como generadores de hidrocarburos, aunque la acumulación en rocas almacén tradicionales no ha sido muy favorable. Se abre ahora otro capítulo que podría desembocar en la puesta en producción de estas rocas jurásicas y carboníferas.

En tierra, los terrenos ocupados por el Mesozoico y Pérmico de las cuencas señaladas son adecuados para la investigación del macizo carbonífero subyacente. En la plataforma continental existen buenas perspectivas, pues, como se observa en el mapa que acompaña este artículo, las rocas mesozoicas cubren gran parte del área. Ningún sondeo ha reconocido con detalle los materiales del Jurásico Inferior y del Carbonífero, que, situados a profundidades superiores a los 4.000 metros, permanecen sin estudiar.

No queremos decir que, de repente, Asturias y España vayan a convertirse en potencias petroleras. Sin embargo, sí podría ser posible alcanzar con recursos propios un cierto grado de abastecimiento nacional de hidrocarburos. Hasta ahora, nuestro mercado es dependiente casi al 100% de las importaciones.

Los nuevos avances en la ciencia petrolera, unidos a la mejora de las tecnologías usadas, permiten dar un impulso a la exploración de hidrocarburos en nuestro subsuelo. Sería imperdonable abandonar la investigación de estos recursos por prejuicios contra técnicas de trabajo utilizadas desde hace muchos años en todo el mundo, perfectamente contrastadas y controladas.

El Estado tiene en exclusiva la competencia sobre los permisos de hidrocarburos en el offshore, según el Tribunal Constitucional

Publicado el Sábado 16 de Febrero de 2013 por Revista Petroleo
El Estado tiene competencia exclusiva para autorizar o denegar prospecciones o explotaciones petrolíferas submarinas en las aguas bajo jurisdicción española, porque el territorio de las comunidades autónomas no incluye, de ningún modo, el subsuelo marino, según sentencia reciente del Tribunal Constitucional.
El Tribunal Constitucional estableció este criterio al desestimar el recurso interpuesto hace cinco años por el Gobierno canario contra un artículo de la Ley del Sector de los Hidrocarburos de 2007, que reservaba al Estado la competencia de autorizar actividades de investigación o explotación petrolífera en el subsuelo marino, invocando en su favor el concepto de archipiélago contenido en la Convención Internacional sobre el Derecho del Mar de las Naciones Unidas.
En una sentencia fechada el pasado 17 de enero y hecha pública la semana pasada, el Constitucional entiende que esa definición de la Convención sobre el Derecho del Mar solo es aplicable a los “estados archipielágicos”, porque en el ordenamiento jurídico español “el mar no forma parte del territorio de las comunidades autónomas”.